Amar la Oscuridad




Una vez alguien dijo: “al Diablo sólo se le puede vencer con el Amor”, y podemos dar fe de que eso es cierto. Hasta que no seas capaz de perdonar al diablo y abrazar el dolor no podrás librarte de ellos. Cuando aprendes a responder con amor en lugar de odio, rechazo o agresividad, las cosas y personas se transforman milagrosamente. Todos los aspectos de tu vida, y todas las personas de tu vida, a las que les das amor, si no están preparadas para transformarse en algo superior, simplemente se alejan de tu vida y desaparecen: ¡no pueden seguir alimentándose de ti!, porque, como dijo hace 2000 años un conocido maestro: “el mal viene a mí y no tiene donde aferrarse…!. El Diablo huye de la luz y del amor, le daña y repele, porque es una vibración que no puede soportar. Por “diablo” no sólo entendemos un Ser que realmente fomenta el mal, sino también todos sus seguidores y todas las partes de nuestro ser que todavía no vibran en la frecuencia de la luz y el amor, esas partes de nosotros que aún están a oscuras y no hemos aprendido a amar con el calor de nuestra alma y a iluminar con la luz de nuestra consciencia.

¿Qué es la “oscuridad”? Es esa parte de todos nosotros donde escondemos aquello que no queremos que nadie vea (ni nosotros mismos), ese pozo en el que tiramos lo indeseable, lo sucio, lo prohibido socialmente. Tan preocupados por ser “perfectos” y “buenos”, para que Dios, papá, mamá, el jefe o la autoridad nos apruebe, para que el mundo nos quiera, hemos acumulado un montón de basura emocional y mental, hemos barrido debajo de la alfombra haciéndonos creer que lo que ya no se ve desaparece para siempre… ¡ vana e inútil ilusión ! porque, al descuidar la máscara y abandonar el control, nuestro comportamiento inconsciente deja escapar lo escondido, y palabras que no queríamos decir salen de la boca procedentes del abismo, el pozo de la suciedad negada, reprimida, olvidada, pero allí presente; palabras y actos que dicen la verdad, que como los borrachos y los niños no mienten y revelan sin censuras esas partes ocultas que buscan respirar, que anhelan la luz de la consciencia y el amor del corazón.

En verdad no existe acto de amor más grandioso que abrazar la oscuridad, perdonar al “diablo”, esa entidad que hemos creado al rechazar lo “malo” de nosotros, y reconocer detrás de su disfraz ese personaje frágil e inmaduro, ese yo desamparado que sólo calor y reconocimiento clama. Dios abraza a todas las criaturas, las ama y ampara porque todas las que existen las ha creado él. Ama su imperfecta obra para aprender a mejorarla.

No te disfraces de buena persona si rechazas tú “maldad”. No vayas de cura, terapeuta o psicólogo si tus partes repudiadas no eres capaz de ayudar. Porque engañas y te engañas. No te engañes, amigo o amiga, y reconoce tus miedos, ama tu oscuridad. Los miedos son esas zonas aún a oscuras de la mente y el corazón, las partes que más amor y luz necesitan, los monstruos y fantasmas que se disfrazan por temor a ser rechazados una vez más. Bájales de la cruz en la que un día les clavaste. Cruza el túnel oscuro de tu mente, entra en la oscura mazmorra que creaste al repudiarlos y negarlos, y reconcíliate con tus monstruos. Enfréntalos, míralos, escucha sus lamentos, libérales de sus cadenas y quítales los grilletes, acompáñalos al exterior para que vean el sol y respiren; proporciónales la luz de tu consciencia y el calor de tu corazón. Te están esperando hace siglos; su dolor es tan grande como su espera.

Todo hombre y mujer oculta un dolor secreto, y hay que des-cubrirlo y enfrentarse a él; hay que arrancarlo de la oscuridad y exponerlo a la luz. Como el de casi todo hombre y mujer, tu dolor es muy profundo a menos que ya lo hayas sanado, y si lees estas páginas lo más probable es que no sea así. Te preguntarás: ¿Y qué sabrán de mi dolor...? Explorémoslo, juntos. Comparte tu dolor, comparte tu dolor con cualquier persona de confianza que sepa escucharte y ofrecerte su abrazo para que lo puedas llorar… y adquiere fuerza al compartirlo. ¿De dónde podemos sacar el verdadero poder? el poder está en tu interior, y cuando lo compartes te sientes como si te hubieses quitado un peso de tu corazón, y puedes “pagar” ese milagro buscando conmigo y con todos aquellos que buscamos de verdad, desde el corazón. ¿Qué es lo que estamos buscando? : Lo mismo que tú, lo que todos los hombres y mujeres buscan desde el principio de los tiempos: la unidad con el todo, la unión con Dios. Así es como debe ser empleado el poder de la mente, de la inteligencia, del conocimiento y del ego humano: haciendo que cada persona se enfrente a su dolor (empezando por ti), y sacando fuerza de él. Una vez conseguido, el miedo ya no puede detenerte porque, al sentirse amado, en lugar de tu enemigo se convierte en tu aliado. El miedo era parte de ese dolor oculto que también ocultaba tu fuerza interior.

¿Qué hace diferenciar un Hitler de un Jesucristo, un Buda de Satanás? Sólo el disfraz, amigo mío, porque detrás de él les anima la misma chispa divina que a ti y a mí, el mismo soplo de vida que Dios nos otorga a todos sin distinción. Aunque seres como Satán o Hitler se perdieron en el camino a la Luz, embaucados y engañados por una mala comprensión del poder, son animados por esa luz y tarde o temprano tendrán que regresar a ella. Fomentan el sexo y la violencia porque el derramamiento de la sangre y el semen libera la tremenda energía de vida contenida en esos preciados fluidos vitales, de la que se alimentan como vampiros porque no saben y han perdido la capacidad de encontrarla en su propio interior. Son seres que se han perdido, y no se encuentran a sí mismos. Por eso, no te engañes, humano, no te pierdas a ti mismo y no te dejes embaucar por los cantos de sirenas y la ilusión de las apariencias, y sabe mirar detrás de la imagen; tal vez te sorprendas al encontrar la misma esencia en una piedra, un insecto, una flor o una estrella, en un médico o un basurero, una puta o una esteticista, un rey y un mendigo, el mismo latido cósmico que busca unirse a las demás criaturas del Todo.

¿Qué fantasma llama cada noche a tu puerta? ¿Qué monstruo vive en tus pesadillas y hace sudar tu piel, trotar tu corazón al galope? Esa misma criatura es la que te está pidiendo amor, la que anhela a gritos un lugar en tu alma. De nada te sirve hacer el amor con toda la humanidad si no tienes el valor para penetrar la carne de ese monstruo con la flecha ígnea de tu amor incondicional, puro. No habrá pareja ni pasión que le haga callar, ninguna fortuna ni éxito exterior satisfará su sed de tu aceptación. Y cuando te canses de tenerlo externamente todo, con lágrimas en los ojos descubrirás que hay un vacío en tu pecho y un frío helado en tu corazón que te dirá que tus monstruos y fantasmas rechazados siguen ahí dentro, llorando y gritando, hambrientos de tu luz y tu reconocimiento, ávidos y listos para enseñarte la más grande de las lecciones humanas: amar el dolor y la oscuridad. Cuando estás mal, tu alma te habla: la oscuridad es la única puerta a la luz. Esa oscuridad es la acumulación de todas las dudas, confusiones, desorientaciones y desamparos, de todas las agresiones y heridas del pasado, que emergen dispuestas a ser aceptadas, amadas y sanadas. Forman parte normal y necesaria de tu proceso de aprendizaje y evolución como humano. Déjalas fluir en lugar de entorpecerlas, y la oscuridad te conducirá irremediablemente a esa luz que tanto buscabas en la dirección equivocada. Es muy fácil amar a quien te quiere o quien te gusta; cualquier tonto puede hacerlo. Pero es el malo de la película, el feo o la fea del grupo, el marginado, el maltratador o verdugo, el desgraciado, el desterrado, quien más amor necesita, porque nadie se lo da. Ponte por un momento en su piel, y trata de sentir su carencia de ternura, su frío vacío interior, el rechazo y la repudia que se les escupe. Y sabe que en tu interior hay muchas partes que también son y se sienten así.

¿Quieres saber lo que realmente significa ser valiente...? Atrévete a amar, dentro y fuera de ti, todo aquello que el resto de la humanidad repulsa. Si ello no ablanda y abre tu corazón, nada más lo hará.




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Extraído http://www.centrohidra.com/desarrollo-evolutivo/perdonar-al-diablo-y-abrazar-el-dolor.html